01 julio 2008

Pilobulus retrata la umbría


Hace ya bastante tiempo que Luis, un buen amigo en diferente destierro laboral al mío, coincidía conmigo que en el incesante devenir de la vida escenotécnica, resultaba difícil comprender, aunque tal vez la explicación la encontráramos en la pizca de egolatría que supuestamente lleva inherente la condición humana, de que últimamente deambulaba una saga de luminotécnicos y maquinistas, que no adoptaban un comportamiento de coparticipación en el hecho artístico, sino que ellos proclamaban con sus actos conformar el hecho artístico. Convencidos de que su labor en el montaje escénico excedía de lo estrictamente contributivo o participativo y por lo tanto cada uno en su área competencial consideraban que el desarrollo de su actividad constituía el espectáculo en sí mismo, en lugar de servir para arropar la escena.

¿Y por qué digo esto? Antes de nada anticipo que seguramente yo esté equivocado, pero mi impresión es que en la era de la tecnología, el pragmatismo, el culto a la imagen y la racionalidad, estamos asistiendo a demasiados espectáculos donde presenciamos atónitos, auténticos chaparrones de luz vertida hasta el hartazgo, donde la utilización de los efectos audiovisuales, multimedia, lumínicos, y los elementos escenográficos, en lo que hoy se denomina la puesta en escena, parecen no concebirse para interaccionar con los otrora genuinos componentes de la expresión artística. La puesta en escena se ha adaptado al tiempo actual y por lo tanto implica tecnificación, aunque como antaño lo fuera el deux ex máchina, hoy éstas nuevas técnicas son objeto de culto y veneración.


Cada vez estoy más convencido de que en unos casos, la parafernalia tecnológica acapara, disfraza o distorsiona el mensaje, pretendiendo arrebatar el protagonismo del artista, y en otros, ejerce una función usurpadora. También es cierto, que los recursos técnicos citados, cuando son adecuadamente incorporados a la historia que se quiere contar, poseen la facultad de convertir obras malas en espectáculos mediocres, obteniendo de ese modo un pseudo éxito, en mi opinión irrelevante e ilegitimo.


Parangonando a Gordón Craig, pero por motivos bien diferentes, al actor, actriz, bailarina o bailarín se les relega a cumplimentar el papel de títere o marioneta, se les trata igual que a un postizo adherido a la tramoya. Se obvia que ellos son quienes nos van hacer reír, llorar o conmover, no una atmósfera lumínica lograda o una sugerente escenografía. Te preguntarás el por qué de esta parrafada discursiva tan escéptica. ¡Es que me niego a creer que la autenticidad esté en lo complejo!, es que veo como la puesta en escena está adquiriendo una trascendencia, a veces, inmerecida, además de servir de baremo para catalogar las obras como merecedoras de ser representadas o rechazadas en determinados espacios escénicos. No me estoy refiriendo en ningún caso, a la influencia que sin duda tienen la magnitud de los formatos y por consiguiente sus costes.


Lo que quiero decirte es que existen otras formas de hacer y contar, que pueden ser más simples y al menos iguales de válidas, para trasladar emociones, pensamientos, comunicar ideas, divertir o transmitir belleza. Porque creo que de eso se trata ¿no?. ¿Un ejemplo? La compañía de danza Pilobulus. Conforman la antítesis de lo que significa una puesta en escena que fundamente su espectáculo en fastuosos artificios o grandes alharacas. Pilobulus apuesta en sus montajes por la sencillez de medios, derrumbando el mito de la puesta en escena. La esencia de sus obras reside en la expresividad corporal de sus bailarinas/es. Sin ellos/as nada existe, lo demás es prescindible.


En el video podrás observar que doblegando una mísera luz en retorcidas sombras, fenómeno que antiguamente se obtenía con un cajón de Linnebach, emergen imágenes alucinantes. Los miembros de Pilobulus en este espectáculo recurren a la contorsión y la acrobacia. Su fisonomía parece estar constituida por cartílagos y huesos de sombra.


¡Al menos a mí me lo parece!


1 comentario:

  1. Pues no estoy de acuerdo, derrochas escepticismo. La iluminación, el sonido, la escenografia, la utileria son elementos imprescindibles para los espectáculos....sin nada de eso todo seria mediocre.....

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