Estaba convencido de que ya tenía la capacidad de asombro agotada, pero pululan programadores con actitudes irreprimibles de vedette, empecinados en desmentirme.
El programador de música, que tal vez haya realizado sin nosotros saberlo, un cursillo de diseño en iluminación por correspondencia y otro en interiorismo, ordena a los técnicos del teatro que la luz ha de ser blanca, y estos, han de tragar con convicciones ajenas. Bueno esa mezcla entre osadía e intromisión no queda sólo ahí. La draperia que viste el arco de proscenio es de terciopelo escarlata con rapacejos dorados pero….....
- el rojo de la tela esa (refiriéndose a la guardamalleta) no, no me gusta. Detrás ponéis una tela negra (quiere decir bambalina) y el telón que no se vea.
- Es que verá, esto es un teatro a la italiana (bueno lo que queda de el) y la estética asociada está muy definida.
El programador termina por reconocer que a el le horrorizan las señas de identificación que caracterizan el teatro a la italiana. Y yo me quedo mascullando para mis adentros, que algunos se han intoxicado en demasía por la cultura del evento en frontón o de la carpa de la playa. Pues nada a satisfacer sus caprichos, embocadura enlutada, estilo panteón. Ha seguir aguantando a programadores haciendo valer sus antojos, sus gustos personales, inmiscuyéndose en el trabajo de los demás profesionales.
Huauh. Me encanta como posa la vedette para el diario vasco.
ResponderEliminarJoder y luego dicen que los de las manias son los músicos. Menudo especimen.
ResponderEliminarya se sabe la luz blanca simula pureza donde no la hay.
ResponderEliminarTriste realidad, hay que estar hecho de una pasta especial para trabajar en el teatro porque es donde más se da la injerencia y la intrusión. Todos creen saber más y se consideran mejores que el de al lado.Hombre que además el organizador del concierto se inmiscuya en la arquitectura estética del teatro y se lo permitan, está claro existe un problema de desgobierno.
ResponderEliminarHay un dicho que le va como anillo al dedo: El tipo ese quiere ser el novio en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el funeral.
ResponderEliminarMetetes hay en todos los trabajos.
ResponderEliminarHay a quien le favorecen las lentejuelax.
ResponderEliminarNo hay por qué rasgarse las vestiduras ninguno de los teatros de Donostia conserva su historia, son teatros "modernos" con copias de algunos elementos antiguos replicados muy burdamente.
ResponderEliminarPerdonad,pero no me lo creo,a Miguelito le gusta el glamour.
ResponderEliminarAl servicio de Don Miguel una plantilla de correveidiles tributa pleitesía.
ResponderEliminarEn realidad quería decir que, al servicio del Don de Miguel una plantilla de correveidiles tributa pleitesía.
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