Nos encontramos en un momento extraño propiciado por una desregularización del sector de las artes escénicas, que tolera la proliferación de aprendices inexpertos que dicen ser técnicos. Existen brotes incluso de intrusismo.
Estos fenómenos de discurso filosófico ramplón, se cuelgan el carné de tramoyista o luminotécnico por el simple echo de asistir a unos cursillos o trabajar circunstancialmente en algún teatro. Observo en estos procesos de gestación, un afan enfermizo de protagonismo. A mi parecer, el técnico novel sobrevalora y confunde su rol.
Estos fenómenos de discurso filosófico ramplón, se cuelgan el carné de tramoyista o luminotécnico por el simple echo de asistir a unos cursillos o trabajar circunstancialmente en algún teatro. Observo en estos procesos de gestación, un afan enfermizo de protagonismo. A mi parecer, el técnico novel sobrevalora y confunde su rol.
Las nuevas generaciones que se van incorporando repentinamente a los oficios técnicos del teatro, abducidas por el encuentro con tecnologías atrayentes, muestran un preocupante desconocimiento no ya de la historia, sino de los fundamentos eficientes que posibilitan el trabajo de puesta en escena actual.
A parte del magisterio (estoy siendo cínico) de saber tocar botones que hagan cosas por ellos, todavía les queda por recorrer trecho y descubrir la humildad en el trayecto hacia sus aspiraciones
No entienden de operatividad, de resolver de manera pragmática, de someter su labor al mandato del tiempo, porque al parecer, están dotados de genoma artístico, y ello conlleva que tengan una tendencia a enredarse solos, a embarullarse entre esa gran desconocida, la simplicidad.
Pertrechados de vanidad, en cuanto surge la ocasión, despliegan su arsenal de arrogancia, interviniendo de espontáneos en “debates” que de antemano saben que les desbordan, y dan rienda suelta a opiniones que no han sido requeridas, pero su tendencia ególatra les empuja a inmiscuirse. Encima arrastran una terrible minusvalía, la de no saber escuchar.
A parte del magisterio (estoy siendo cínico) de saber tocar botones que hagan cosas por ellos, todavía les queda por recorrer trecho y descubrir la humildad en el trayecto hacia sus aspiraciones
No entienden de operatividad, de resolver de manera pragmática, de someter su labor al mandato del tiempo, porque al parecer, están dotados de genoma artístico, y ello conlleva que tengan una tendencia a enredarse solos, a embarullarse entre esa gran desconocida, la simplicidad.
Pertrechados de vanidad, en cuanto surge la ocasión, despliegan su arsenal de arrogancia, interviniendo de espontáneos en “debates” que de antemano saben que les desbordan, y dan rienda suelta a opiniones que no han sido requeridas, pero su tendencia ególatra les empuja a inmiscuirse. Encima arrastran una terrible minusvalía, la de no saber escuchar.
¡UUUAUHHH! ¡LAPIDARIO!
ResponderEliminarseguro que más de uno lee esto y no se da por aludido, pensará que esto es para los demas. ¡y es que siguen sin enterarse! lo dicho enfermizo.Que se lo hagan mirar.
ResponderEliminarSi me toca currar con tipos asi,los empujo desde el peine...en 25 metros de caida libre seguro les da tiempo a pensar.
ResponderEliminarYo no lo hubiese explicado mejor.¡VERDADES COMO OSTIAS!
ResponderEliminar¿Qué coño está pasando con la gente que empieza a trabajar en esto del teatro? ¿Demasiados payasos fugados del circo?
Estos "técnicos" de nuevo cuño saben como dar cera a jefes y colegas,mientras los veteranos nos pegamos el curro, pero nuestra aspereza consigue que no sea valorado por nadie.
ResponderEliminar¡¡JODER YO MISMO!!
ResponderEliminarPUES ESO MUCHA ESCUELA DE TÉCNICOS,TODOS LOS PUTOS DIAS DANDO LA BARRILA CON LAS ASOCIACIONES DE TÉCNCIOS Y MUCHA POLLA,PARA TERMINAR CONTRATANDO A UN MATAO SIN PUTA IDEA QUE CONFUNDE EL TELAR CON LA TRICOTOSA DE SU ABUELA.
ResponderEliminar¡HOSTIAS! ¿NO SERÄS BRUJO?
ResponderEliminar