A los representantes y gestores de los intereses de la institución que engloba a los teatros de Donostia queremos hacerles llegar nuestra preocupación ante la inexistencia de prospectiva estratégica que aborde los múltiples problemas que afectan al Antzoki Zaharra, aquejado de un plan de choque integral que cohesione y de coherencia a las intervenciones que requiere un edificio histórico alterado, que aunque no padece un deterioro severo, no cumple con las prestaciones exigibles a los edificios teatrales del siglo XXI.
Es sobradamente conocido que el AZ-TP tiene entre sus muchos problemas, el de la carencia de espacios adecuados, dignos, acordes a la época actual, no sólo para afrontar las actividades que se le asignan, sino también para albergar equipos y materiales necesarios para el desarrollo de esas actividades en condiciones óptimas. Somos conscientes que cualquier actuación emprendida debe ser respetuosa con el grado medio de protección del edificio, catalogado dentro del Conjunto Monumental de la Parte Vieja (C.E.03)(P.G.O.U).
Sentimos como otros espacios de reciente rehabilitación continúan acaparando inversiones y recursos, mientras que al Antzoki Zaharra, uno de los dos únicos teatros que aún quedan en la ciudad, se le relega de cualquier opción de mejora. El AZ no puede convertirse en un contenedor de reliquias, bajo el errático pretexto conservacionista de preservación de elementos supuestamente históricos que se remontan a 1932 , alterados en sucesivas reformas siendo la de mayor calado la emprendida en 1986. Incluso se ofrece como razón fundamental para permanecer en la inacción apática, principios de estética subjetiva que colisionan a veces con las prestaciones del edificio. Si ese fuera el argumento para dejarlo “morir”, tendríamos que recordar que únicamente sus fachadas están protegidas D. 68/2019 GV, y es precisamente sobre ellas dónde más “mutilaciones” del patrimonio se han tolerado, algunas incluso planificadas con el beneplácito institucional.
Durante las reformas que no rehabilitación de edificios teatrales públicos de Donostia, hemos visto como elementos históricos y patrimonio emprendían un trayecto con rumbo al vertedero, para después pedir la colaboración de la ciudadanía para organizar una retrospectiva expositoria de todo aquello a lo que se renunció custodiar….vimos como se desmantelaban elementos históricos originales para reemplazarlos por burdas réplicas, eso si, manteniendo el discurso hierático de rehabilitación. Hemos asistido al rechazo de propuestas que tenían por objeto preservar de manera testimonial signos de identidad caracterizadores del teatro de Alday o de Urcola.
No se entiende la ausencia de un plan de mantenimiento permanente sobre un edificio antiguo y al parecer histórico, en su tarea incesante de cumplir con el rol de profesar el altruismo cultural. El Antzoki Zaharra se ha convertido en el lugar de acogida de la diversidad cultural de la ciudad, realizando una labor en ocasiones desconocida de actos pedagógicos en la formación de nuevos públicos para el futuro, de eventos de dinamización social, de divulgación de obras noveles, de actividades de índole socializador, de trampolín experimental en la andadura de nuevos certámenes y no de un modo temporal sino permanente.
Reiteramos que dada la invisibilidad de muchas de sus actividades, se hace necesario recordar que el Antzoki Zaharra juega un papel primordial como plataforma de exhibición de las distintas sensibilidades artísticas, incluso de las expresiones minoritarias, que no encuentran cobijo en otros espacios culturales, y todo ello en una ubicación o entorno inigualable.
Si consultamos las estadísticas del AZ veremos que el nivel de ocupación es intenso, estando el edificio, sus equipamientos e instalaciones sometidos a un deterioro aún mayor dependiendo del grado de permisividad de determinadas actividades que en cualquier otro recinto cultural son inaceptables. Cuando se opta por exponer al teatro a inusuales niveles de exigencia, con los que se puede o no estar de acuerdo, convendría que ello conllevara a prestar también un mayor interés en la gestión y planificación de su mantenimiento, que integre zonas afectadas, mobiliario, equipamientos, instalaciones, infraestructuras…...Poco se puede decir acerca de las tareas de mantenimiento del edificio, porque pueden considerarse inexistentes comparado con la atención de recursos económicos y personal propio y ajeno que se le dedica a edificios recientemente reformados. Está bien expandir la red de recintos culturales de titularidad o participación pública para que cualquier ciudadano tenga acceso a la cultura, pero se debería buscar una situación de equilibrio donde mantener activos edificios emblemáticos no lastren su funcionalidad por sucumbir al desdoro por desistimiento en su administración.
Nos resulta muy revelador como síntoma de dejación, difícil de entender, las actitudes de desmemoria, ignorando al AZ para optar a las ayudas de la UE al Plan de Modernización y Transformación Digital, o el Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia, financiado por la Union Europea (Next Generation EU).
En un edificio como el teatro Victoria Eugenia con una reforma millonaria no tan lejana en el tiempo, se asume con naturalidad la adquisición de 3200 nuevas lámparas led y dispositivos de control, y se alardea públicamente de ello argumentando eficiencia y transición energética basada en parámetros de sostenibilidad….se compran nuevos lotes de focos de recorte led para la iluminación espectacular, y sin entrar a valorar decisiones adoptadas de prioridades, nosotros nos preguntamos, por qué con idénticos criterios argumentales que en el AZ adquieren como mínimo igual relevancia, ni tan siquiera esos mismos responsables han elaborado alguna propuesta.
En nuestra opinión, al Antzoki Zaharra no se le permite evolucionar, sólo reemplazar tecnología descacharrada.