Un
adicto que idolatrase la robótica ya estaría moviendo beam como un
poseso, rotando gobos a velocidades penadas por la DGT, machacando el
escenario con intensidades disparatadas despreciando los ritmos de la
música, y por descontado, soltando ráfagas de humo como si no
hubiera un nuevo amanecer...aunque como vemos hay otras formas de integrar la
luz con la música, respetando el entorno y contexto.
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