Lo decía Bertolt Brecht "Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad."
Manifiesto en defensa de la Cultura
Los recortes en la inversión pública y las medidas antisociales que el Gobierno ha adoptado en su política cultural son la consecuencia de tres planteamientos muy corrosivos: la conformidad estratégica con la destrucción de puestos de trabajo, una idea insustancial de la cultura y un menosprecio alarmante por la ciudadanía española.
El desempleo es sin duda el problema fundamental de nuestra sociedad. No se entiende que todas las medidas adoptadas para combatir la crisis económica que padecemos estén más preocupadas por controlar el déficit y solucionar los problemas de los bancos que por la creación de puestos de trabajo. Las reformas laborales impuestas por los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy sólo han servido para facilitar el despido y dañar la dignidad laboral de los que todavía tienen la suerte de encontrar o conservar un empleo. Porque el paro, desde la reforma laboral de Zapatero, en Junio de 2010, que era de 3.892.000 personas, ha aumentado en 1.800.000 parados más, a día de hoy. A los que hay que añadir los cientos de miles de jóvenes licenciados que la política de recortes de nuestro gobierno ha empujado al exilio económico en otros países de Europa.
El sector de la cultura supone el 4% del Producto Interior Bruto de España y da empleo directo a más de 600.000 personas. El desmantelamiento de la inversión pública y la subida del IVA del 8% al 21 % para los espectáculos culturales está provocando la paralización del sector, el cierre de empresas y el despido de muchos trabajadores. Las ayudas económicas a la producción cultural se han reducido, entre los años 2011 y 2013, un 75 % por parte del gobierno central y se han suprimido totalmente en la mayoría de ayuntamientos y autonomías. Los daños se proyectan de manera irreversible hacia el futuro porque afectan a la formación y las posibilidades de los artistas más jóvenes. Confundir la cultura con el rostro de algunos nombres famosos significa desconocer de un modo demagógico la realidad humana, económica y laboral de la música, el cine, el teatro, la literatura y el arte.
La confusión de la cultura con una idea insustancial del entretenimiento es una operación neoliberal para separar a los ciudadanos de la educación intelectual y sentimental, un derecho imprescindible para la formación de las conciencias críticas. Educación y cultura son el fundamento de un contrato social de carácter democrático. La Constitución Española, en su artículo 44.1, defiende la cultura como un bien público que debe ser protegido por el Estado. La operación de considerar los productos culturales como objetos de lujo y su abandono posterior a los mecanismo exclusivos del mercado y de los intereses privados supone un intento elitista de rebajar la educación de la ciudadanía, impedir su formación colectiva y facilitar un panorama en el que triunfen la demagogia, los instintos bajos y las manipulaciones mediáticas de los poderes financieros. Sin la educación de las sensibilidades individuales resultan imposibles el respeto y las voluntades solidarias que crean los vínculos de una comunidad. El desprecio a la cultura provoca la incapacidad de comprensión mutua, porque implica el desmantelamiento del pasado común, la falta de diálogo en el presente y la cancelación del futuro.
Los ciudadanos holandeses y franceses que compran una entrada de teatro pagan un máximo del 4,5 % de IVA. Los ciudadanos alemanes, el 7%. Pero su salario mínimo interprofesional es de 1.445 € al mes, mientras en España es de 641 € mensuales. Y Portugal, un país rescatado e intervenido, y en peor situación que España, lo mantiene en el 13 %. Que los ciudadanos españoles tengamos que pagar el 21% es una muestra más del desprecio con el que somos tratados por un Gobierno que ahoga a su población y obedece las directrices de la banca alemana y de la política neoliberal impuesta por la derecha europea.
Los trabajadores y las trabajadoras de la cultura queremos denunciar esta situación y unir nuestras fuerzas a todas las personas y las organizaciones que están luchando por defender la dignidad de los ciudadanos españoles y el derecho constitucional a un puesto de trabajo. Cada individuo afectado sufre la crisis en la incertidumbre de su propia soledad. Pero las soluciones nos esperan allí donde seamos capaces de reunirnos. Por eso nos comprometemos a movilizarnos de manera colectiva para defender la democracia, la justicia social y los servicios públicos en nuestro país y en una Europa diferente.
Madrid 5 de Noviembre 2012
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