EL FENÓMENO DE LAS PERSEIDAS
Cada cierto tiempo, determinado por rumbos misteriosos, se extingue el califato e inicia el ciclo una nueva dinastía. En esta ocasión, se nos sugiere borrar lo que ha existido, fingir una amnesia inducida, renunciar a la memoria, resetear el pasado para entrar en el clan de los intocables, pertenecer a la tribu y vivir sus insuperables epopeyas.
NOS VAMOS DE AVENTURAS
Se pasó por la barraca del feriante, adquirió un cupón del rasque y gane, ¡e voilá, premio! Le ha tocado a usted otro teatro. En su primer discurso público reclamó a los agnósticos fe, y después de unas cuantas consideraciones entorno a equipos de trabajo únicos, nos dimos cuenta de que eran paparruchas, porque sólo nos proponía a nosotros convertirnos en los parias de su historia. Palpo la resignación. En el fondo el emperador se debate en su propio galimatías, cambiarlo todo para que nada cambie. La coyuntura económica hace que debamos soportar la convivencia laboral. Hasta ahí nada más.
NO MOLESTEN ESTAMOS INVENTANDO
¿No ha habido nunca teatro en ésta ciudad? Lo digo porque desde el advenimiento de Cicerón y su cohorte por estos territorios, parece que ya no sirven las formas o procedimientos de antes, ni tan siquiera los recientes. Acaban de descubrir maneras inéditas que pronostican el éxito organizacional del presente. El tiempo todo lo deja en su sitio, luego vendrán otros sucesores que les invalidaran, así que mirando hacía atrás y más allá, podríamos afirmar que van a inventar un nuevo desorden. Cuando se es incapaz de inventar, se innova, pero si no se sabe hacer bien ninguna de las dos cosas, entonces al menos, no se deberían tener complejos por copiar bien del compañero de pupitre. Sea como fuere, todos estamos más tranquilos porque ésta gente ha venido a salvar el teatro.
TRABAJAR EN UN TEATRO Y NO DEJARSE LA VIDA DENTRO
Según como vengan dadas, saltémonos las normas que consagran derechos y a aquel empleado que los haga valer, excluyámoslo de nuestro planazo anticrisis no sea que se tambalee. No les entiendo, representan a la más genuina contradicción. La limitación de jornadas de trabajo y el tiempo de descanso entre ellas, no se establecieron en la legislación laboral por el albedrío de los especialistas en riesgos de salud laboral, aunque a algunos os lo parezca. Lanzan pulsos, propuestas innegociables sin contar que se les pueden torcer, tampoco importa, tras la desaparición del colectivo, quedó un grupúsculo disgregado, sin cohesión, obediente a renegociar sus intereses particulares.
ATENCIÓN MACHOTE SUELTO
Todo por la patria, y la patria es el teatro. Me pongo sarcástico. ¿Para qué se necesita un plan de prevención en riesgos laborales? Accidentes ¿acaso nunca han existido? Daños colaterales. Siempre la misma mierda, algún legionario del tercio de irresponsables dispuesto a arriesgar su salud o comprometer la de los demás. Héroe de causas ridículas, adalid de la insensatez. Aspirantes a legar pensiones vitalicias.