Nos encontramos inmersos en una sociedad que busca incesantemente la felicidad, y que para lograrlo no duda en camuflar sus problemas, donde además tratamos de perpetuar nuestra amnesia ante la contrariedad. Por este motivo sorprende el arrojo de Karlik Danza Teatro al mostrar en escena las vicisitudes de la infancia en la vida de la pintora mejicana Frida Kahlo. Sorprende el riesgo, porque el espectáculo está concebido para un espectador infantil-adolescente poco acostumbrado a presenciar penalidades, aunque sean fingidas sobre un escenario, y muy habituados a contemplar pasmados historias fáciles, ramplonas, ñoñas, impostadas, que predominan en el panorama contractual del teatro onírico infantil.
La obra nos cuenta acerca de la infatigable lucha, junto a su padre, por sobreponerse a las dificultades que tuvo que afrontar siendo niña. Con la enfermedad siempre presente. La historia está narrada de una manera entrañable, extraordinaria. Con un lenguaje universal. La danza.
Desde el comienzo de la representación los niños/as permanecen ensimismados, en sus butacas. Por momentos, emerge un carrusel de colores y la sombra de la luz tiñe la escena con toda su crudeza, encandilando a pequeños y mayores. Las bailarinas levitan descalzas sobre un espacio escénico recreado por la iluminación y nos dan a conocer que la diversidad y la diferencia, nunca deben ser causa de desigualdad ni de exclusión. Ellas trazan en el aire movimientos vertiginosos que describen los juegos irrealizables para Frida, con amigas que nunca tuvo.
Escenografía, coreografía, vestuario, luces, música, audiovisuales se aglutinan pretendiendo un mismo fin: crear belleza para apoderarse de las entrañas del espectador.
Terminada la función, las emociones se apelotonan, el alma palpita. Acabamos de asistir al reencuentro con la danza como herramienta conciliadora para levantar puentes de integración que ayuden a los más desfavorecidos. ¡Que así sea!
Gracias Jkar por ser puro sentimiento.
ResponderEliminar