No acostumbro a tratar temas de técnica porque su lectura, por lo general, resulta bastante aburrida, excepto para unos pocos entendidos con interés en éstas cuestiones.
Aunque de vez en cuando iré escribiendo algo, como ahora. Trataré de no resultar muy anodino.
El/La escenógrafa/o tiene la tarea de concebir y recrear el espacio de actuación antes de ser construido, prever el impacto de la luz y el color sobre los materiales, volúmenes, texturas y pinturas. El/La escenógrafa/o es un creador con una misión, plasmar las ideas del director de escena. Por lo tanto es también un colaborador. Ocurre que a menudo estos diseñadores de sueños, no tienen muy en cuenta que las escenografías han de ser montadas por personas. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con bastidores armados de un peso brutal, dotados de agarres pésimos o inexistentes? Con demasiada frecuencia el ensamblaje de los trastos se concibe para ser montados y desmontados desde lo alto de una escalera (casi siempre sin líneas de vida).
Hoy son otras las rutinas y las costumbres. Hasta los paños más livianos se unen con tornillería (¿dónde quedaron las guindaletas? ¿el riesgo cero?), de modo que vuelta a subirse a la grupa de una escalera con una máquina atornilladora para en el peor de los casos defenestrar al compañero. ¿Por qué no existen pautas, o sentido común en el diseño y construcción de decorados que considere a las personas como miembros vitales en ese proceso creativo que surge con cada puesta en escena? Mientras esperamos sin hacer nada al respecto, alguien debería exigir a los diseñadores más corresponsabilidad en materia de salud laboral.
El/la escenograf@ que sólo piensa en su obra, debería cargarla y descargarla, montarla y desmontarla acuciado por la premura de tiempo aunque sólo fuera una vez, probablemente de esas experiencias surgirían nuevos replanteamientos, más amigables con las personas.
Aunque de vez en cuando iré escribiendo algo, como ahora. Trataré de no resultar muy anodino.
El/La escenógrafa/o tiene la tarea de concebir y recrear el espacio de actuación antes de ser construido, prever el impacto de la luz y el color sobre los materiales, volúmenes, texturas y pinturas. El/La escenógrafa/o es un creador con una misión, plasmar las ideas del director de escena. Por lo tanto es también un colaborador. Ocurre que a menudo estos diseñadores de sueños, no tienen muy en cuenta que las escenografías han de ser montadas por personas. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con bastidores armados de un peso brutal, dotados de agarres pésimos o inexistentes? Con demasiada frecuencia el ensamblaje de los trastos se concibe para ser montados y desmontados desde lo alto de una escalera (casi siempre sin líneas de vida).
Hoy son otras las rutinas y las costumbres. Hasta los paños más livianos se unen con tornillería (¿dónde quedaron las guindaletas? ¿el riesgo cero?), de modo que vuelta a subirse a la grupa de una escalera con una máquina atornilladora para en el peor de los casos defenestrar al compañero. ¿Por qué no existen pautas, o sentido común en el diseño y construcción de decorados que considere a las personas como miembros vitales en ese proceso creativo que surge con cada puesta en escena? Mientras esperamos sin hacer nada al respecto, alguien debería exigir a los diseñadores más corresponsabilidad en materia de salud laboral.
El/la escenograf@ que sólo piensa en su obra, debería cargarla y descargarla, montarla y desmontarla acuciado por la premura de tiempo aunque sólo fuera una vez, probablemente de esas experiencias surgirían nuevos replanteamientos, más amigables con las personas.