Con cierta frecuencia nos hemos quejado de que la danza y el ballet tenían una acogida en la sociedad menor a la deseada, no llegando a satisfacer ni tan siquiera unas mínimas expectativas. Esto que digo no es una apreciación mía. El Observatorio Vasco de Cultura publicó en 2008 los hábitos de consumo de cultura y los resultados aunque parezcan desalentadores, nos indican el camino a seguir. El 9,5% de la población de Euskadi acudió a ver un espectáculo de danza. Entre las razones dadas por el público para no ver más de un espectáculo, destaca la falta de tiempo libre. ¿Curioso no? Porque el tiempo se busca cuando algo realmente te interesa. Así que pienso que no hay que excusarse demasiado en la divulgación o difusión, y trabajar con más ahínco en el estimulo de nuevas sensibilidades en el ámbito adolescente e infantil.
Resulta paradójico pero existe una escasa oferta de ballet clásico de calidad que se contrapone con una demanda del público, reiteradamente desatendida. Por otro lado los programadores de teatros se han acomodado en la tiranía de ignorar al público y nada hacen por poner en marcha procedimientos de consulta para recabar información acerca de gustos o preferencias.
¿Cómo iniciar a los niñ@s en el ballet? ¿De qué manera inculcarles la importancia que tendrá en sus vidas? ¿Cómo se forja la afición? ¿Cómo enseñarles el vínculo artístico y pedagógico del ballet clásico, dentro del conjunto de la danza? ¿Cómo formar y captar público joven?
No hay una única respuesta. Pero una parte de la solución podría encontrarse en programar campañas anuales escolares con funciones de ballet adaptadas, apropiadas para ell@s. A ésta actividad hay que dotarla de continuidad si queremos que cale en el núcleo de población a la que nos dirigimos, porque si constituyera un acontecimiento esporádico, estaríamos dejando pasar el tiempo. Hay espectáculos magníficos (ver video), para fomentar la afición al ballet o la danza, ¡están ahí!, si nuestros deseos son cambiar la actual situación, ahora sólo queda ponerse en marcha.