“Una persona caminando en un espacio vacío mientras otra observa, es todo lo que se necesita para que surja el teatro.” Si atendemos a las razones de Peter Brook, que de esto sabe un huevo, entonces, lo que vimos en el Antzoki Zaharra (Mi primera vez), sin ninguna duda puede ser teatro o una maratón de carreras en el escenario.
Por el Principal aparecieron espectadores salidos de otro planeta, infrecuentes, desconocidos, que en cada oscuro de luz se rompían las manos a aplaudir.
Sabedores de que sus parroquianos funcionan como un juguete de mecanismo simple, la obra está teledirigida a auscultar el morbo de la gente, de una manera, llamémosle con excepciones, interpretativa. Espectáculo enfocado para pajilleros mentales y no apto para timoratos. Se lanzan a degüello desnudando el lenguaje, más que desenfadado, desvirgado (para algunos obsceno), se habla de sexo sin tapujos y, aunque el tema pudiera resultar recurrente, consiguen tocarnos fibras que provocan la risa amorfa.
Hay situaciones realmente simpáticas, otras hilarantes, y atisbos de estereotipos sexistas preocupantes. El cerebro humano no parece procesar con la misma facilidad las escenas más curradas, porque la tendencia fue descoyuntarse de risa ante los “chistes” más burdos, o por así decirlo, yo tuve la sensación, de que el público vino al teatro con la risa puesta. Y algunos con alguna sustancia legal demás. En algún momento, los cómicos se ponen transcendentes y al terminar la escena del incesto adornado como un acto de piedad, se quedan sobrecogidos unos y aplaudiendo otros.
Por el Principal aparecieron espectadores salidos de otro planeta, infrecuentes, desconocidos, que en cada oscuro de luz se rompían las manos a aplaudir.
Sabedores de que sus parroquianos funcionan como un juguete de mecanismo simple, la obra está teledirigida a auscultar el morbo de la gente, de una manera, llamémosle con excepciones, interpretativa. Espectáculo enfocado para pajilleros mentales y no apto para timoratos. Se lanzan a degüello desnudando el lenguaje, más que desenfadado, desvirgado (para algunos obsceno), se habla de sexo sin tapujos y, aunque el tema pudiera resultar recurrente, consiguen tocarnos fibras que provocan la risa amorfa.
Hay situaciones realmente simpáticas, otras hilarantes, y atisbos de estereotipos sexistas preocupantes. El cerebro humano no parece procesar con la misma facilidad las escenas más curradas, porque la tendencia fue descoyuntarse de risa ante los “chistes” más burdos, o por así decirlo, yo tuve la sensación, de que el público vino al teatro con la risa puesta. Y algunos con alguna sustancia legal demás. En algún momento, los cómicos se ponen transcendentes y al terminar la escena del incesto adornado como un acto de piedad, se quedan sobrecogidos unos y aplaudiendo otros.
Cambio de roles, el papel de hombre es interpretado por una actriz que con un deje chulesco nos desmenuza cómo pertrechó una violación.
Historia-3564. ¿Enaltecimiento de una violación?
Si lo sé. En teatro tratamos con convencionalismos, los muertos no están muertos, las lágrimas no son verdaderas y la tristeza se finge…pero esto es lo que oímos:
“La verdad es que iba enseñando bastante pierna. Cubrí su boca con mis labios mientras le metía mano en sus preciosos pechos.
¡Por favor suelta! ¡No! ¡No!
Cada vez que me decía que no, a mí eso me ponía cachondo como a un perro.
Alcancé ese trocito de tela que sujeta las bragas de las mujeres, un trocito que está en el lateral y que no mide más de un centímetro de ancho.
Braguitas blancas a punto de derrumbarse. El vestido amontonado en la cintura, el sujetador suelto y sus piernas abiertas de par en par, dándome vía libre hacia su coñito.
¿Qué iba a hacer?
Me levanto y me desnudo para reclamar mi premio.
¡Suéltame! ¡No! ¡Oye déjame!
Además yo estoy seguro que aunque dijera que no, a esa tía le encantó su primera vez.
¿Qué no?
¿Objetivo? Provocar gracia, y en algunos espectadores lo consiguió. Los psicópatas que se ocultaban en la oscuridad del patio de butacas, embriagados de lascivia ovacionaron la actuación.
En la siguiente escena pudimos ver en clave de humor el doblaje y representación mímica de un culebrón de telenovela, con maltrato de género incluido y correspondencia de hostias a tutiplé.
O yo estoy muy confundido o esta especie de sketch pretendiendo alcanzar el descojone de la gente, ayudan poco a sensibilizar, a construir sociedades más solidarias, igualitarias y justas. Labor de la que el mundo del teatro no debiera mantenerse al margen por recoger unas migajas de aplausos.
No no estas confundido. Vivimos en una sociedad machista, sexista, y de 40.000 historias que tenian para contar van y escogen las dos que has dicho. Prefiero ni pensar como serian las que descartarón.
ResponderEliminarPor lo demás el espectáculo está muy bien para reirte un buen rato.
Es muy fácil sólo tiene dos letras.
ResponderEliminar¡ NO ! Cualquier primate evolucionado lo entendería.Cuando se dice ¡NO! es que es NO. El ayuntamiento de Donostia se embarca durante la semana de fiestas en una campaña dirigida a éstos homínidos,y en un teatro municipal van y se la "boicotean".
Igual exagero. ¿Lo dejámos en que les hacen un feo?
¿Y qué más? El teatro va a tener la culpa de todos los males que asolan al mundo.¡no te jode!
ResponderEliminar¿Te imaginas cómo se pudo sentir cualquier persona que acudiera a la representación,y que está sufriendo maltratos de su pareja?
ResponderEliminarUn poquito más de tacto, por favor.
A mi me parece que a estas alturas, no se puede obviar que algún papel han jugado determinados medios (cine, tv, teatro, prensa escrita, comics, video juegos...) en modelar la sociedad de violencia que tenemos. Pero no sería justo involucrarlos exclusivamente. Hay quien incluso sostiene la ídea estúpida, de que el maltrato hacía la mujer es un atavismo existente anteriormente al advenimiento mediatico citado.
ResponderEliminarSea como fuere, los medios de difusión deben formar parte de la solución de un problema que nos denigra como personas. Y lo habran de hacer no sólo erradicando tales conductas, sino también, a través de la sensibilización contra la violencia de genero.
Seguro que !anónimo" es uno de los que aquél día se partía las manos aplaudiendo la cutrez. Así nos va con gente idiota.
ResponderEliminar¡joder ya son ganas de sacarle punta a todo!
ResponderEliminarNo te creas. Imagina que eres tu quien sufre acoso o eres victima de una violación, o tu hija, o alguien de tu familia. Resulta que vas a ver una obra de teatro, y sin saberlo te encuentras que restriegan delante de tus mismos morros eso que para ti significa recordar una situación traumática. Y que encima quienes lo representan se rien de ello, y los que se sientan a tu lado parecen gente normal, pero tambien les provoca risa.
ResponderEliminar¿ganas de sacarle punta?
QUE NO TE TOQUE PASAR POR ELLO.
VERÍAMOS SI PENSARÍAS IGUAL
Eso no es teatro, son los tipicos oportunistas que aparecen aprovechándose del tirón club de la comedia para sacarse unas perras...guionistas con preocupante desparrame cerebral.
ResponderEliminar