Si el teatro tuviera ADN (que no lo creo) estaría depositado en su historia, y a través de escrutarlo, conoceríamos desde donde venimos y el alcance del trecho recorrido. Modificando la estructura hipotética de su ADN o sometiéndolo a una terapia regenerativa, sentaríamos las bases inmunitarias para combatir sus diferentes achaques.
La historia no contagia males, todo lo contrario, nos libera del cautiverio de la ignorancia y cimienta el progreso. Así que……ahí va una dosis.
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