Aunque a algun@s os parezca que mi opinión resulta apocalíptica, apostaría por acuñar un nuevo termino, el teatro insustancial. ¿En que consiste? En dar pábulo a obras de dudosa calidad que se desmoronan diez minutos después de su representación, olvidándonos de ellas al instante. ¿La propuesta es ofrecer teatro por lotes en envases de tetra pak?
Esto sirve para rellenar programación y el lifting estadístico, pero también para condicionarla.
El alubión de hoy nos somete a la opinión de los tecnócratas, y esa es la visión del dinero inmediato. La reducción a lo estrictamente monetario está eliminando el futuro. ¿Alguien mira más allá del presente? Sólo importa el momento. Todos quieren sobrevivir. Salir indemnes en el día a día de la actual coyuntura, se trata de supervivencia: aunque ese comportamiento podría esperarlo de tu gato y mi perro, no de los humanos. Nada de ideales eso es para la adolescencia.
Seguro que os parecerá una marcianada pero yo soy de los que piensa (puede que equivocadamente), que la concepción del teatro entendida como producto de consumo supedita la creatividad. Si ya se. Los que peináis canas en esto, diréis que al espectador para que acuda al teatro hay que hacerle obras a su medida porque tan sólo está amaestrado en el entretenimiento. No hay cuerpo ni cartera que aguante la borrachera de teatro veraniego.
¿Pero acaso el compromiso del teatro no supone aventurarse más allá del pasatiempo?
Trinquemos la recaudación y a partir de septiembre (21%IVA) sálvese el que pueda porque acechan los carroñeros.
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