08 enero 2013

Regiduría.Cuaderno-1


Traigo hasta aquí una serie de artículos de opinión sobre regiduría teatral que por su interés creo conveniente divulgar.  De nuevo un gran trabajo de Trini del taller de teatro Maru-jasp.




 Regiduría

CAP. I.-BREVE HISTORIA DE LA REGIDURÍA
 Lo que se va a exponer en este apartado trata de como la figura del hoy Regidor llega a ser lo que hoy en día es, pero para esto no se puede omitir la figura del Apuntador, Apuntador y Regidor, son dos profesiones estrechamente relacionadas, dos vidas paralelas.

Remontándonos al teatro griego, ya se encuentra la figura del Consueta (hoy llamado Apuntador, profesión tristemente destinada a su desaparición), pero no la del Regidor, que apareció mucho más tarde y que pasó por muchas fases hasta llegar a las competencias actuales.

El Consueta seguía sentado en un lugar estratégico, el curso de los ensayos y de las representaciones, interviniendo lo necesario ante los fallos de los actores, entonces las horas de ensayos no eran muchas y añadido a esto la larga duración de las obras, hacia que los actores llegasen a las representaciones con el texto no del todo memorizado y allí se encontraban entonces con el Consueta, que intentaba solucionar esos problemas que los actores pudiesen tener con el texto.

El Consueta era el único técnico, ya que los artistas se preparaban absolutamente todo: vestuario, armas, máscaras, etc., todo cuanto fuera necesario. Lo que si existía era esa o esas personas que se dedicaban a bullir entre los actores, bailarines, cantantes, etc. que cuidaban de las primeras figuras, ayudándoles a vestirse, a prepararles para sus entradas a escena, incluso a hacerles algún recado que otro……y tal vez fueron ellos, los precursores de los actuales Regidores; ya en tiempos mucho más cercanos surgió la figura del Avisador, por nombrarlo de alguna manera, cuya misión era más o menos hacer todo lo que esas personas hacían bullendo entre los artistas, es decir servirles en aquello que pedían.

En tiempos más modernos (años treinta y cuarenta aproximadamente del siglo pasado), refiriéndonos al teatro en España, el Consueta pasó a llamarse Primer Apunte (posteriormente Apuntador) y el Avisador, después de una gran transformación en sus misiones, paso a llamarse Segundo Apunte o Traspunte (posteriormente Regidor), y era lógico lo de primero y segundo, ya que el trabajo a realizar por el primero se consideraba mucho más importante que el trabajo a realizar por el segundo; aunque los cometidos del Segundo Apunte en esta época iban creciendo poco a poco, iba teniendo más trabajo y su categoría iba subiendo.

El Primer Apunte dado el gran número de obras teatrales que llevaban de repertorio muchas de las compañías de teatro del momento (entre treinta y cuarenta, lo cual hacia prácticamente imposible que los actores tuvieran en la memoria el texto completo de dicho repertorio), y el continuo cambio de cartel ( a veces una obra teatral distinta cada día de la semana), se convertía en el divo del escenario, desde su imprescindible presencia en la concha (desaparecida en los teatros modernos, sellada en los antiguos y mantenida en su sitio, no para su uso, sino como recuerdo de una época en algunos teatros antiguos remodelados). La concha era una trampilla situada en el centro del escenario en la zona de la corbata, entre el telón de boca y el público y que comunicaba con el foso; sobre el hueco para que no se viese al Primer Apunte se colocaba una especie de cajón de forma circular y se insonorizaba su interior con corcho.

La situación del Primer Apunte y su concha era lo más lejana que se pudiese a la posición que normalmente ocupaban los actores para que éstos tuviesen más espacio y facilitar así sus movimientos, lo cual no impedía que los apuntadores se tragasen todo el polvo que despedían los zapatos de los actores al pisar, las a veces muy gastadas y poco limpias alfombras usadas para la escena.

También era el Primer Apunte, pulsando un timbre, quien daba, desde la concha, la orden de levantar el telón, pero a la hora de levantarlo, dada su posición, sin vista de lo que ocurría detrás del telón, una vez preparada la escena, preparados los actores y apagada la luz de sala, el Segundo Apunte abandonaba la escena, el Primer Apunte, tras oír esa voz, calculaba que ya se había ido y arriba el telón, a dar letra y a tragar polvo.

A todo esto cabría añadir que era el Primer Apunte quien desde su posición y con dos timbres más, ejecutaba todos los sonidos de timbres de puertas y teléfonos que sonaban durante la representación, aunque este es un cometido que tiempo después pasó a ser del Segundo Apunte. Señalar que en esta época, aún no se utilizaban fuentes de sonido (quizás algún tocadiscos), hasta la posterior llegada de los magnetofones.

El Segundo Apunte tenía como misión antes de cada una de las representaciones, dar los avisos, mediante timbres, si los había, y si no pegando voces, para que actores y técnicos supiesen el tiempo que faltaba para comenzar la representación; éstos avisos era La Primera, que se daba treinta minutos antes de comenzar, La Segunda, quince minutos antes, Los cinco minutos, este aviso siempre a viva voz y obviamente cinco minutos antes de comenzar; después era costumbre obligada preguntar al primer actor o a la primera actriz si daba su permiso para comenzar, recibido el visto bueno, se daba La Tercera y a comenzar, previo aviso al Primer Apunte, como se dijo antes, para que este diese el aviso de levantar el telón y a estar muy pendiente de los actores, prevenirles para sus entradas a escena, darles la orden para que entrasen y darles la primera frase con la que entraban a escena para que ligase con las siguientes frases, que ya se las daba el Primer Apunte.

Añadir que dado que los actores en aquella época (estamos aún hablando de los años cuarenta del siglo pasado), no estaban muy pendientes de sus incorporaciones del camerino a la escena, había que avisarlos siempre y entonces el Segundo Apunte se ponía de acuerdo con cada uno de ellos, para cómo iba a ser su aviso de incorporación al escenario (por timbres, que sonaban en los camerinos o si no a voces, procurando que éstas no fueran muy altas); por ejemplo, un timbrazo de duración normal era para que subiese otro, un timbrazo largo para otro, dos timbrazos……etc, por supuesto a los actores y actrices principales había que irles a buscar a sus camerinos personalmente y avisarles de que les quedaba poco para entrar a escena (algo no muy complicado porque ocupaban siempre los camerinos más cercanos al escenario. También, en momentos concretos el Segundo Apunte daba letra (apuntaba), si la situación del actor era lejana a la del Primer Apunte y la voz de éste no podía llegar hasta donde el actor se encontrase.



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