12 noviembre 2012

Toxicómanos con vocación pirómana

Desde diciembre del año 2010 está prohibido fumar en los teatros, aunque hay unos pocos artistas amparados en el subterfugio de su popularidad que parecen querer mantener privilegios.

Actores enganchados al hábito del tabaco se han declarado en una anacrónica desobediencia civil, convirtiendo su incontrolable adicción en una cruzada desafiante que llega a poner en peligro el patrimonio de los teatros que contratan sus servicios, y someten al público y trabajadores a riesgos innecesarios. Esa conducta insolidaria, de desprecio hacia los demás resulta irresponsable y también ilícita. Los mismos actores y a veces la camarilla que los acompaña tiran de bricolaje y emplean su estúpido ingenio para poder inhalar unas caladas, anulando (tapar con cinta) detectores de humo en camerinos, saboteando el sistema de detección automático de incendios que protege el teatro ante un posible incendio……..ese acto pudiera llegar a constituir delito penal contra la seguridad colectiva. En cualquier caso hay que ser muy gañan para comprometer de ese modo el medio que sustenta tu medio de vida.





4. De los delitos de incendio:

Dispone el artículo 351 del código penal:

“Los que provocaren un incendio que comporte un peligro para la vida o la integridad física de las personas serán castigados con la pena de prisión de 10 a 20 años. Los Jueces o Tribunales podrán imponer la pena inferior en grado atendidas la menor entidad del peligro causado y las demás circunstancias del hecho.

Cuando no concurra tal peligro para la vida o integridad física de las personas, los hechos se castigarán como daños previstos en el artículo 266 de este código”

Estamos aquí, como podemos ver, ante el tipo básico y general de los delitos de incendio, donde no se nos limita el ámbito espacial ni material, en el sentido de que la acción típica se puede llevar a cabo sobre cualquier tipo de bien ya se trate de muebles o inmuebles y en cualquier lugar. Este artículo lo que hace es castigar una única conducta pero prevé distintas consecuencias punitivas según el peligro que realmente se halla causado para la vida o integridad de las personas. Así si el peligro ha sido efectivo, patente y palpable, aplicaremos la pena más grave que puede llegar a los 20 años de prisión.

El segundo”escalón” en este artículo, estaría constituido por los incendios que provocando un peligro para la vida o integridad de las personas, realmente pueda llegarse a la conclusión de que las posibilidades de que el fuego llegase a causar un daño personal, aún existiendo, eran mínimas. Para estos casos se aplica la pena inferior en grado, esto es la pena irá de los 5 a los 10 años de prisión según la aplicación de las reglas del artículo 70 del código penal.

El tercer supuesto que contempla este artículo es el del incendio que no comporte ningún tipo de peligro para las personas, en este caso habrá que acudir al artículo 266 del código donde se castigan los daños causados mediante incendio. Cambiamos pues de ubicación ya que nos trasladamos al título 13 del código, “Delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico”.

Destacar finalmente que el artículo 351 no contiene, a diferencia de lo que ocurre con el 346.3, referente a los estragos, una previsión específica sobre el castigo por separado de los hechos en caso de producirse, además del riesgo, un resultado lesivo. Es por ello que habrá que estar a cada caso concreto para aplicar según proceda las normas relativas al concurso ideal o medial de delitos o bien las del concurso de normas (artículos 77 y 8 del código penal).

05 noviembre 2012

Si. Se puede. ¡Movilízate!



Lo decía Bertolt Brecht "Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad."



Manifiesto en defensa de la Cultura


Los recortes en la inversión pública y las medidas antisociales que el Gobierno ha adoptado en su política cultural son la consecuencia de tres planteamientos muy corrosivos: la conformidad estratégica con la destrucción de puestos de trabajo, una idea insustancial de la cultura y un menosprecio alarmante por la ciudadanía española.

El desempleo es sin duda el problema fundamental de nuestra sociedad. No se entiende que todas las medidas adoptadas para combatir la crisis económica que padecemos estén más preocupadas por controlar el déficit y solucionar los problemas de los bancos que por la creación de puestos de trabajo. Las reformas laborales impuestas por los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy sólo han servido para facilitar el despido y dañar la dignidad laboral de los que todavía tienen la suerte de encontrar o conservar un empleo. Porque el paro, desde la reforma laboral de Zapatero, en Junio de 2010, que era de 3.892.000 personas, ha aumentado en 1.800.000 parados más, a día de hoy. A los que hay que añadir los cientos de miles de jóvenes licenciados que la política de recortes de nuestro gobierno ha empujado al exilio económico en otros países de Europa.

El sector de la cultura supone el 4% del Producto Interior Bruto de España y da empleo directo a más de 600.000 personas. El desmantelamiento de la inversión pública y la subida del IVA del 8% al 21 % para los espectáculos culturales está provocando la paralización del sector, el cierre de empresas y el despido de muchos trabajadores. Las ayudas económicas a la producción cultural se han reducido, entre los años 2011 y 2013, un 75 % por parte del gobierno central y se han suprimido totalmente en la mayoría de ayuntamientos y autonomías. Los daños se proyectan de manera irreversible hacia el futuro porque afectan a la formación y las posibilidades de los artistas más jóvenes. Confundir la cultura con el rostro de algunos nombres famosos significa desconocer de un modo demagógico la realidad humana, económica y laboral de la música, el cine, el teatro, la literatura y el arte.

La confusión de la cultura con una idea insustancial del entretenimiento es una operación neoliberal para separar a los ciudadanos de la educación intelectual y sentimental, un derecho imprescindible para la formación de las conciencias críticas. Educación y cultura son el fundamento de un contrato social de carácter democrático. La Constitución Española, en su artículo 44.1, defiende la cultura como un bien público que debe ser protegido por el Estado. La operación de considerar los productos culturales como objetos de lujo y su abandono posterior a los mecanismo exclusivos del mercado y de los intereses privados supone un intento elitista de rebajar la educación de la ciudadanía, impedir su formación colectiva y facilitar un panorama en el que triunfen la demagogia, los instintos bajos y las manipulaciones mediáticas de los poderes financieros. Sin la educación de las sensibilidades individuales resultan imposibles el respeto y las voluntades solidarias que crean los vínculos de una comunidad. El desprecio a la cultura provoca la incapacidad de comprensión mutua, porque implica el desmantelamiento del pasado común, la falta de diálogo en el presente y la cancelación del futuro.

Los ciudadanos holandeses y franceses que compran una entrada de teatro pagan un máximo del 4,5 % de IVA. Los ciudadanos alemanes, el 7%. Pero su salario mínimo interprofesional es de 1.445 € al mes, mientras en España es de 641 € mensuales. Y Portugal, un país rescatado e intervenido, y en peor situación que España, lo mantiene en el 13 %. Que los ciudadanos españoles tengamos que pagar el 21% es una muestra más del desprecio con el que somos tratados por un Gobierno que ahoga a su población y obedece las directrices de la banca alemana y de la política neoliberal impuesta por la derecha europea.

Los trabajadores y las trabajadoras de la cultura queremos denunciar esta situación y unir nuestras fuerzas a todas las personas y las organizaciones que están luchando por defender la dignidad de los ciudadanos españoles y el derecho constitucional a un puesto de trabajo. Cada individuo afectado sufre la crisis en la incertidumbre de su propia soledad. Pero las soluciones nos esperan allí donde seamos capaces de reunirnos. Por eso nos comprometemos a movilizarnos de manera colectiva para defender la democracia, la justicia social y los servicios públicos en nuestro país y en una Europa diferente.

Madrid 5 de Noviembre 2012



02 noviembre 2012

Melodia desatinada


Llevar 'El hijo del acordeonista' al teatro era una de las aspiraciones que siempre había tenido el director de Tanttaka Fernando Bernués «porque intento reescribir las historias que me conmueven». La obra fue estrenada en el teatro Arriaga de Bilbao y ahora se pondrá en escena en el Victoria Eugenia de Donostia. Bernués, también considera esta obra como «una producción que tiene mucha vocación de declaración de intenciones porque debemos ser el epicentro de nuestra creación y procurar no comprar fuera. De hecho el equipo íntegro vive aquí». “El hijo del acordeonista” del escritor Bernardo Atxaga girará por Pamplona, Santurtzi, y concluiría su periplo en Basauri si los demás pensaran como Bernués (¿procurar no comprar las producciones sin denominación de origen? o ¿el marchamo de euskal label?). ¿Qué margen dejamos a la competitividad? ¿Restringimos la participación a los artistas por su procedencia o por el lugar donde pernoctan? ¿Cerramos el mercado a las producciones externas? ¿Chance sólo a los artistas residentes? Se echan de menos iniciativas pospuestas o truncadas como las del Krea-Gasteiz. Se te echa de menos Jone.

Desacertadas declaraciones de un director de teatro con una visión estética excepcional. Nadie es perfecto.
O el se enreda al hablar o yo me enredo al leer, pero entiendo que el camino no debe ser perfilar enclaves donde el apoyo institucional público de un modo excluyente, incentive como principal valor divulgativo tan sólo lo autóctono por serlo. ¿La propuesta es promover cotos de producción teatral? ¿Vados de creatividad? ¿A quién correspondería la custodia? ¿El mismo clan de grupos teatrales mecidos hasta su senectud por las instituciones de las que reniegan?¿Acaso la dramaturgia en Euskal Herria no es más plural y diversa?

Sin embargo afortunadamente, el sectarismo hace mucho tiempo que fue erradicado de entre las gentes del teatro y la obra de “El hijo del acordeonista” será acogida del 22 de marzo al 7 de abril en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional en Madrid. En euskara y subtitulada al castellano. Dejando a un lado la soflama embarullada con la que nos han narcotizado los artífices del camelo, hay quien apuesta de veras con hechos por la interculturalidad teatral.