27 agosto 2009

Buscando al público del futuro


Con cierta frecuencia nos hemos quejado de que la danza y el ballet tenían una acogida en la sociedad menor a la deseada, no llegando a satisfacer ni tan siquiera unas mínimas expectativas. Esto que digo no es una apreciación mía. El Observatorio Vasco de Cultura publicó en 2008 los hábitos de consumo de cultura y los resultados aunque parezcan desalentadores, nos indican el camino a seguir. El 9,5% de la población de Euskadi acudió a ver un espectáculo de danza. Entre las razones dadas por el público para no ver más de un espectáculo, destaca la falta de tiempo libre. ¿Curioso no? Porque el tiempo se busca cuando algo realmente te interesa. Así que pienso que no hay que excusarse demasiado en la divulgación o difusión, y trabajar con más ahínco en el estimulo de nuevas sensibilidades en el ámbito adolescente e infantil.

Resulta paradójico pero existe una escasa oferta de ballet clásico de calidad que se contrapone con una demanda del público, reiteradamente desatendida. Por otro lado los programadores de teatros se han acomodado en la tiranía de ignorar al público y nada hacen por poner en marcha procedimientos de consulta para recabar información acerca de gustos o preferencias.

¿Cómo iniciar a los niñ@s en el ballet? ¿De qué manera inculcarles la importancia que tendrá en sus vidas? ¿Cómo se forja la afición? ¿Cómo enseñarles el vínculo artístico y pedagógico del ballet clásico, dentro del conjunto de la danza? ¿Cómo formar y captar público joven?
No hay una única respuesta. Pero una parte de la solución podría encontrarse en programar campañas anuales escolares con funciones de ballet adaptadas, apropiadas para ell@s. A ésta actividad hay que dotarla de continuidad si queremos que cale en el núcleo de población a la que nos dirigimos, porque si constituyera un acontecimiento esporádico, estaríamos dejando pasar el tiempo. Hay espectáculos magníficos (ver video), para fomentar la afición al ballet o la danza, ¡están ahí!, si nuestros deseos son cambiar la actual situación, ahora sólo queda ponerse en marcha.

24 agosto 2009

La tecnología danza en tutú


He escrito más de una vez, y ésta no será la última, que la disociación entre artes escénicas y tecnología puede conllevar la creación de espectáculos extraordinarios, pero también estoy convencido, de que las aplicaciones tecnológicas al servicio de la sensibilidad artística ayuda a configurar la plasticidad del espectáculo. Mejor veámoslo en imágenes.

22 agosto 2009

Desnudos en Central Park



Cae el día en Central Park.
Un árbol, una roca, un banco, un puente con barandilla y al lado una farola. Mucha hierba artificial y, al fondo sobre un "ciclorama" nutrido de los colores del atardecer, los rascacielos de Nueva York pintados sobre un material plástico. Según va cogiendo temperatura con el calor que desprenden los focos, el cielo comienza a presentar arrugas, algo parecido a como si fuera a resquebrajarse. Pero vayamos al principio. Comienza la función y mira tú si es rara la naturaleza, porque estando apagada la farola, se ilumina el banco, el árbol y el césped del parque donde transcurre la acción, y al concluir este acontecimiento paranormal, termina por encenderse la farola y los panoramas que iluminan el cielo de Nueva York.

La luz, ¡hay la luz! Basta decir que hay más en las escenas de noche que en las de día, y la culpable va a ser…digamos una farola. Un foco montado a las bravas en un botalón a la vista de todo chichi birichi, que a parte de joder cuando se enciende a las primeras filas de butacas y proyectar sombras noctámbulas sobre el decorado, sirve para nada más. Y el mismo foco erre que erre, vuelve a encenderse ahora en la escena de día, generando más sombras conocidas, repetidas. Entra en escena el guarda del parque, al ver a Gerry con su portátil trabajando, se disculpa –Gerry contesta- ¡No, no se preocupe, apenas queda ya luz! –y recoge el ordenador- Hasta aquí todo normal, sino fuera porque llevamos veinte minutos con una luz resplandeciente sobre el escenario que se mantendrá hasta el final de la representación, y todos los días la misma matraca. Luz sin sutilezas, y la escenografía se presta, es muy agradecida para crear cualquier atmósfera lumínica. Existe tanto rebote de luz sobre el decorado, que la máquina de reflejos de agua no produce reflejo alguno perceptible sobre el arco del puente.

Para tratarse de una puesta en escena naturalista, a la roca fabricada en porespan se le nota demasiada falsedad, la morfología, orientación, color y texturas guardan poca similitud con las encontradas en la naturaleza.

Los efectos de audio (sonidos de sirenas, circulación tráfico, voces…) son sacados por P.A porque la compañía rechaza el uso de monitores internos en escenario, con lo que se pierde el sentido de la realidad, toda naturalidad. Los graznidos de los patos son lanzados por los altavoces de la sala, cuando la lógica exige un monitor camuflado debajo del puente, en el estanque, para que el efecto tenga cierta verosimilitud. A estas alturas de mi trabajo, ya no cuestiono nada, me he acostumbrado de tal manera a tanta desidia técnica ajena, a los criterios surrealistas de los demás, que no merece la pena agotar energías en causas perdidas.

Comedia discreta, moderada, de humor recatado. La obra mantiene una marcha constante, comedida, de trama simple con temor a aventurarse, a ir algo más allá, ni tan siquiera lo busca, pasa de puntillas con continuos amagos hacía cuestiones que darían mucho más de si.

Los artistas están obligados a moverse en un palmo de terreno marcado por la escenografía, y esto es bueno, porque sus movimientos en escena no rellenan espacios, como sucede tantas otras veces.

20 agosto 2009

No te asuste mi nombre


Lugar: Casa de Cultura Lugaritz
Día: 25/Agosto
Hora: 19 h
Precio: Entrada libre
Edad: Todos los públicos
Muy recomendable *****




Hay realidades ocultas que están ahí delante de nosotros, pero simplemente no queremos o no nos atrevemos a mirarlas de frente, preferimos vivir de espaldas a aquello que mancha nuestra felicidad, escapar de lo que nos resulta ingrato, cuya presencia es molesta. Pero acaso la historia de cualquiera de nosotros ¿no está formada de vergüenzas y miserias? A veces, las menos, irrumpe alguna compañía de teatro que tiene la osadía de enfrentarnos a nuestros miedos, de ponernos ante situaciones que nos revuelven las tripas y lo hacen acompañando sus propuestas de manera plástica, estética, bella, para convertir el amargor de la hiel en digerible. No te asuste mi nombre es un espectáculo extraordinario, apto para niñ@s, en el se trata un tema infrecuente, nos enseñan acerca de la muerte. Esto puede sonar tremendo, pero te aseguro que está tratado con tanto mimo y sensibilidad que los críos lo entenderán, te acosaran a preguntas o se callaran, pero no les dejará indiferentes. Aprenderán que morirse es una putada irremediable, y a ver la muerte como algo natural, parecido a cuando te enseñan a caminar.

15 agosto 2009

Reír por reír



Por mi trabajo acostumbro a presenciar las funciones de teatro entre cajas o desde la galería de tramoya del telar. Consciente de que esa perspectiva desvirtúa la percepción del espectáculo, me tomo un día de fiesta para ver la función como un espectador más que se sienta en el patio de butacas. Según avanza la obra comienzo a escuchar el murmullo cardíaco que trata de enredar a mi cerebro, y éste me dice que esquive aquello que conduce a líos, pero ya lo he dicho en alguna otra ocasión, nada puedo hacer por evitarlo, es genético y poco me importa navegar contra corriente.

¿En qué consiste la obra? Básicamente, en hacer payasadas encima de un escenario ante un parvulario que llenó el teatro Principal durante toda la semana. Que funcione una comedia como esta es realmente una tarea meritoria tratándose de Donostia, aunque todos los días hubo público que entre murmuraciones abandonó la sala. Al menos han tenido la valentía de poner en escena algo diferente, la apuesta es muy arriesgada y a juzgar por el público la superan, porque consiguen llevar alegría hasta sus corazones, y si la alegría es salud, ésta obra de teatro debería estar subvencionada por la Seguridad Social. La versión teatral de “Los 39 escalones” no está pensada para que la interpreten actores sino terapeutas de la risa, y en esto Diego Molero se sale.
Nos encontramos con una historia de pasatiempo contada de un modo estrafalario, sarcástico, satírico, absurdo, esperpéntico, estrambótico, con diálogos que persiguen el retruécano y de escaso interés. La pantomima tiene una espía que se sabe que es extranjera porque salpica erres y ges al hablar como si fueran gargajos. Para que no falte de nada, aparece un receloso campesino escocés que debe ser un cruce entre baturro y asturiano. A ratos, parece que nos encontráramos ante un concurso de poner caras, de congelar posturas o gestos. Con semejante entorno poco importa que la función salga piciada, nadie lo va a notar.

Humor rayano al desvarío. La delatora esposada, se encuentra de repente con un individuo enfrente suyo que yace en el suelo despatarrado, con las piernas abiertas mirando hacia arriba. La raptada frena la huida y pregunta, ¿Qué es esto? El personaje tumbado contesta, - ¡soy una grieta! . La actriz no puede contener la risa, así que saltan a la siguiente escena mientras el público aplaude y ríe a rabiar. Pasado algún tiempo encajo lo sucedido, y llego a una conclusión, puede que equivocada, si este tipo de vaciles provocan gracia, ¿será que existe una necesidad imperiosa de reír o que se tiene el sentido del humor atrofiado?

Aunque los elementos escenográficos se empleen ex profeso de una manera ridícula, hay que reconocer un trabajo de coordinación entre cajas frenético.
El uso de la luz me ha parecido imprudente, iba y venia vacilante, ensuciaba bambalinas, la elección de colores verbenera, alguien debería decirle al iluminador que una función de pago no es un ensayo de luces, que al teatro se viene con los deberes hechos, y… ¡qué deje de una puta vez de jugar con la luz! Los destellos de luz que preceden a la tormenta, infringen el límite de velocidad de los relámpagos.


Hay escenas que se prolongan demasiado rompiendo el buen ritmo que llevan otras, con lo que por momentos la obra se convierte en algo tediosa, no así para el que ha ido a reír a toda costa, hay gente que le hacen gracia hasta los silencios.

13 agosto 2009

La Bayadera



Días: 20-21/Agosto
Horario: 20:00 h
Lugar: Kursaal
Precios: 45-36-28-23-10 euros
Compañía: Corella



Entre todos hemos ido haciendo un mundo tremendamente áspero, inhóspito, sin apenas espacios para sensiblerías, dejamos el progreso exclusivamente en manos de la ciencia y la tecnología, y si surgiera cualquier brote de sentimentalismo lo condenamos al desahucio. Aún a pesar de un clima tan contrario, el ballet subsiste, y yo creo que lo hace, porque en el fondo necesitamos incursionar por remansos que nos permitan, olvidar durante unos instantes los dolores que transitan por nuestras almas.
Nunca el ballet fue un espectáculo de masas, pero si vivió tiempos de un mayor reconocimiento, hoy sin embargo, se ve como una reminiscencia del pasado, un anacronismo, aunque yo creo que se ha convertido más, en un refugio de soñador@s, y como las oportunidades para soñar son pocas, debemos aprovecharlas.

Para los que no podáis acudir, aquí os adelanto un video de La Bayadére, por ahora nos conformaremos con eso. Lo que en el se ve corresponde a la entrada de las sombras por la rampa, y al baile de las sombras.
La Bayadera (bailarinas devadasi en la india) es una de las obras de repertorio clásico del ballet romántico, que figura entre las coreografías representadas por las grandes compañías de ballet clásico del mundo. El libreto original de Sergei Kuschelok y Marius Petisa con música de Ludwig Minkus se pensó para tres actos y cinco escenas.
La Bayadera se sitúa en Oriente y nos presenta la historia de Nikya, bayadera (devadasi) de la india enamorada de un príncipe (Solor) que debe casarse con la hija del rajá gobernante. Ocurre que el gran sacerdote de la religión brahmánica también desea a Nikya. La malvada hija del rajá (Gamzatti) no lo duda y hace morir a Nikya mordida por una áspid venenosa. Todo esto ocurre en el mundo real. Cuando la Bayadera ya ha muerto, aparece en un más allá irreal, en el reino de las sombras.

Sombras que deseamos nunca se ciernan sobre el ballet clásico, pues en el se encuentra al igual que en la música o la poesía, los únicos páramos donde se alberga el romanticismo y que convierten nuestra estancia en este mundo en algo más habitable.

05 agosto 2009

¿El mejor espectáculo? La vida


La inmensa mayoria prefiere la sofisticación, yo me quedo con los espectáculos sencillos y bellos, con aquellos que ofrece la vida y que por estar siempre ahí, permanecen invisibles, pasan desapercibidos ante los ojos de mirada indiferente.


03 agosto 2009

Mi primera vez

“Una persona caminando en un espacio vacío mientras otra observa, es todo lo que se necesita para que surja el teatro.” Si atendemos a las razones de Peter Brook, que de esto sabe un huevo, entonces, lo que vimos en el Antzoki Zaharra (Mi primera vez), sin ninguna duda puede ser teatro o una maratón de carreras en el escenario.

Por el Principal aparecieron espectadores salidos de otro planeta, infrecuentes, desconocidos, que en cada oscuro de luz se rompían las manos a aplaudir.
Sabedores de que sus parroquianos funcionan como un juguete de mecanismo simple, la obra está teledirigida a auscultar el morbo de la gente, de una manera, llamémosle con excepciones, interpretativa. Espectáculo enfocado para pajilleros mentales y no apto para timoratos. Se lanzan a degüello desnudando el lenguaje, más que desenfadado, desvirgado (para algunos obsceno), se habla de sexo sin tapujos y, aunque el tema pudiera resultar recurrente, consiguen tocarnos fibras que provocan la risa amorfa.

Hay situaciones realmente simpáticas, otras hilarantes, y atisbos de estereotipos sexistas preocupantes. El cerebro humano no parece procesar con la misma facilidad las escenas más curradas, porque la tendencia fue descoyuntarse de risa ante los “chistes” más burdos, o por así decirlo, yo tuve la sensación, de que el público vino al teatro con la risa puesta. Y algunos con alguna sustancia legal demás. En algún momento, los cómicos se ponen transcendentes y al terminar la escena del incesto adornado como un acto de piedad, se quedan sobrecogidos unos y aplaudiendo otros.

Cambio de roles, el papel de hombre es interpretado por una actriz que con un deje chulesco nos desmenuza cómo pertrechó una violación.

Historia-3564. ¿Enaltecimiento de una violación?
Si lo sé. En teatro tratamos con convencionalismos, los muertos no están muertos, las lágrimas no son verdaderas y la tristeza se finge…pero esto es lo que oímos:

“La verdad es que iba enseñando bastante pierna. Cubrí su boca con mis labios mientras le metía mano en sus preciosos pechos.
¡Por favor suelta! ¡No! ¡No!
Cada vez que me decía que no, a mí eso me ponía cachondo como a un perro.
Alcancé ese trocito de tela que sujeta las bragas de las mujeres, un trocito que está en el lateral y que no mide más de un centímetro de ancho.
Braguitas blancas a punto de derrumbarse. El vestido amontonado en la cintura, el sujetador suelto y sus piernas abiertas de par en par, dándome vía libre hacia su coñito.
¿Qué iba a hacer?
Me levanto y me desnudo para reclamar mi premio.
¡Suéltame! ¡No! ¡Oye déjame!
Además yo estoy seguro que aunque dijera que no, a esa tía le encantó su primera vez.
¿Qué no?

¿Objetivo? Provocar gracia, y en algunos espectadores lo consiguió. Los psicópatas que se ocultaban en la oscuridad del patio de butacas, embriagados de lascivia ovacionaron la actuación.
En la siguiente escena pudimos ver en clave de humor el doblaje y representación mímica de un culebrón de telenovela, con maltrato de género incluido y correspondencia de hostias a tutiplé.

O yo estoy muy confundido o esta especie de sketch pretendiendo alcanzar el descojone de la gente, ayudan poco a sensibilizar, a construir sociedades más solidarias, igualitarias y justas. Labor de la que el mundo del teatro no debiera mantenerse al margen por recoger unas migajas de aplausos.